Niño de Guevara, Juan, 1632-1698
(Madrid (ciudad), 1632 - Granada (ciudad), 1698)
Descripción
Pintor barroco español. Discípulo de Alonso Cano, representa, junto con Miguel Manrique, el punto culminante de la pintura barroca en Málaga.
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Profesión / ocupación
Lenguas asociadas
Otros nombres
- Niño de Guevara, Juan, 1632-1698
- Juan Niño de Guevara
Apuntes biográficos
Nacido en Madrid, según Antonio Palomino el 8 de febrero de 1632, dato que no ha podido ser contrastado, fue hijo de Luis Niño de Guevara, Guardia Mayor de Palacio, y de Mariana Enríquez, hermana de fray Antonio Enríquez de Porres, a cuyo servicio estaba el padre de Juan como caballerizo o capitán de su guardia. Al ser nombrado fray Antonio obispo de Málaga la familia se trasladó a aquella ciudad cuando Juan apenas habría cumplido los dos años. Palomino afirma que viendo su tío el obispo su habilidad y aplicación, «dibujando únicamente de su genio», lo puso en la escuela del «capitán» Miguel Manrique, natural de Flandes y discípulo de Rubens. Más adelante lo envió a Madrid, a la casa del marqués de Montebelo, excelente pintor él mismo, quien lo colocó en el estudio de Alonso Cano, donde alcanzó tal excelencia «que llegó a igualar, si no aventajar, las pinturas de su maestro». Lo cierto es que fray Antonio Enríquez, nombrado embajador en Roma en 1635 y Virrey de Aragón en 1640, pasó cortas temporadas en Málaga, de donde estuvo ausente desde 1645 hasta su muerte en 1648. Juan, en efecto, debió de entrar como aprendiz en el taller de Manrique con doce años, hacia 1644, y permanecer en él hasta la muerte de su maestro, pues en 1647 firmó como testigo en su testamento. No es probable, en cambio, el viaje a Madrid y su encuentro con Cano en esta ciudad, pues consta que en 1649 seguía en Málaga, donde sufrió el contagio de la peste bubónica que asoló la ciudad, y en 1651, al contraer matrimonio, declaró tener veintiún años y haber residido en Málaga desde que llegó a ella con dos años.
Una laguna documental, inmediatamente después de su boda y hasta 1657, permite suponer que fuese en estos años cuando entrase en contacto con Alonso Cano, ya en Granada, cuya influencia en su obra es evidente. En 1676 pudo desplazarse a Córdoba, según afirma Palomino, para pintar en el claustro del convento de San Agustín. Fuera de ello, los documentos conservados informan únicamente del nacimiento de catorce hijos, de los que sólo siete vivirán, y de algunos contratos menores, hasta llegar al 6 de diciembre de 1698 cuando, enfermo y «totalmente privado del sentido auditivo», redactó su testamento, siendo enterrado pocos días más tarde en la parroquia de los Mártires. Palomino, que sentía admiración por su pintura hasta el punto de considerarle no inferior a Murillo «salvo en la fortuna», se refirió también a su formación literaria y su gran devoción, volcada en la Escuela de Cristo, en la que ocasionalmente se le encomendaron las pláticas.